Se sorprende o tal vez se regocija,
sabiendo que ha logrado nuevamente,
que nuestros corazones vagabundos
pasen otra noche en cuarto creciente
Se da la vuelta con un guiño
que enamora al mañana
y frente al espejo sonríe mientras
a su espalda miro como un niño
como los pliegues de su vestido
juegan una partida de ajedrez
con el final de su espalda
Palidezco y la abrazo con sigilo
mientras su aroma me atrapa
y juro en voz baja que mis brazos
por siempre serán cautivos
de su piel color de avellana