miércoles, 25 de enero de 2012

Furia

La autentica furia llega en forma de puñaladas contra el espejo. Es el instante único e irrepetible en que tus ojos se cruzan con tus propios ojos en tu reflejo. Esa mirada de odio que te echas a tí mismo. Esa rabia que condensa mil huracanes. Ese sentimiento que sólo tú puedes comprender porque eres tú mismo quien esta atravesando con la mirada a tus propias retinas. Esa es, la sensación más autentica del mundo. Ni orgasmos salvajes, ni borracheras auto-destructivas ni siquiera la combinación de estas dos cosas a la vez. Esa mirada a tu propio ser es sin ninguna duda el sentimiento más crudo, real, autentico, miserable, puro y a la vez, más humano que una persona puede experimentar en su propio ser. Es la reciprocidad de la furia contra uno mismo.  Furia al cuadrado. Un feedback de autoculpa, de resentimiento, de liberación, que emerge desde tus pupilas y te recorre la médula espinal como un latigazo a carne viva. Es un acto que no puede ser planeado, ni construido. Aparece de repente, dura una milésima de segundo y se va en el instante en el que te reconcilias contigo mismo. Pero, joder, el instante en el que tu odio te odia a ti mismo es acojonante. Es morder con fuerza el labio inferior de una persona con la que llevas años esperando para acostarte, y sentir como te clava sus uñas en tu espalda para canalizar el placer que tu la estas dando, pero mil veces más intenso. Es pureza visual. Es en definitiva, sentir que estas jodidamente vivo y cabreado. Es éxtasis. Es pura delicatessen sensitiva, que coño. 

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